NUESTROS CHOCOLATES

En la elaboración de nuestras coberturas no incluimos grasas vegetales; tan sólo manteca de cacao, respetando la composición original de nuestro chocolate de calidad.

Al cacao y al azúcar se le añade, en la proporción debida, la manteca de cacao; todo se introduce a la amasadora, donde se hace la mezcla perfectamente homogeneizada, que luego se pasa, a su vez, por la refinadora, cuyo objeto es reducir las partículas del cacao a micras. A fin de darle a la masa la finura máxima y la mayor untuosidad, se somete al proceso del conchado, cuya función, por medio de brazos mecánicos, es producir un calentamiento por fricción que termine de evaporar la humedad y eliminar los ácidos volátiles que hayan podido quedar aún en el chocolate, lo que hace que el sabor agradable que adquiere entonces sea totalmente distinto del que tenía hasta ese momento, debido al proceso de liberación de sustancias que en nada le beneficiaban.

El proceso lo llevamos adelante con mucha calma, dedicándole todas las horas necesarias para el buen hacer del chocolate, como los buenos chocolates suizos, porque queremos suavidad en nuestro chocolate.

Terminado el conchado, el chocolate en forma líquida, pasa a unos tanques de mantenimiento a una temperatura aproximada de 40º C, para luego pasarlo al proceso de atemperado con el fin de obtener una adecuada cristalizacion de la manteca de cacao.

El chocolate, llegado a este punto, está listo para ser moldeado, es decir, adquirir la forma que queremos dar a nuestros bombones; es momento, igualmente, de añadir los rellenos que vayan a llevar. Todo ello en los moldes correspondientes que luego entran en un túnel, a baja temperatura, que es donde se endurece y adquiere la forma definitiva, con la que se venderá al público, una vez que haya pasado por el proceso de envasado.